Sesgos cognitivos, heurísticos y falacias

Falacias, heurísticas y sesgos cognitivos. No soy ni mucho menos experto en estas cosas, aunque en los campos de la UX y el copywriting ya se intentan trabajar los productos digitales para “aprovechar” comercialmente todos los atajos mentales de los potenciales clientes.

En este escrito no me interesa abordar ese tema. Todo esto de la aversión a los extremos, la ley de Miller y demás lo trabajaré en otra ocasión.

Mejor empiezo con las heurísticas, los sesgos que provocan y las falacias que (nos) decimos en la toma de decisiones ante un problema. El primer paso siempre es pararte a pensar un buen rato antes de actuar.

Justo en este otro post hablaba de cómo Gandalf decide ir por el paso de Caradhras pasándole el marrón a Frodo, que tenía la misma idea sobre qué camino escoger que el pony de Sam. Bad decision. 

Precisamente porque no todo es ponerte a pensar y ya está, sino que son necesarias muchas habilidades para decidir bien en cualquier faceta de la vida, que este post sea un auto recordatorio sobre estos atajos, estas mentiras y todas las reglas que asume nuestra mente en su modo automático.

Homer y el sesgo de optimismo

¿Es esto pensamiento crítico? Si lo es, hablamos de una de las bases del Complex Problem Solving. Un proceso que se puede resumir en 3 pasos:

  1. Dudar de todo lo que me plantean, todo lo que veo y escucho.
  2. Ponerlo en su contexto y acercarme a los datos de forma objetiva, sin estar sesgado en ningún modo.
  3. Plantear una metodología que lleve a resolver el problema en cuestión.

Subrayo el punto 2 porque precisamente es el objetivo del texto. Conocer las heurísticas y las falacias y sesgos derivados de ellas para poder analizar la información objetivamente.

Nota: el material que he estudiado para este post proviene de clases online de UNIR y de artículos de Medium. Todo muy fácil de encontrar buscando la temática del escrito y sumando “UNIR” o “Medium” en Google o Youtube.

Falacias

Una falacia es un engaño que alguien ejecuta, consciente o inconscientemente, con la intención de manipular. “Manipular” es una palabra que suena demasiado dura para el contexto cotidiano, pero no deja de ser aplicable aquí.

Si en un departamento un trabajador dice “por qué cambiar cómo trabajamos si siempre nos ha ido bien así”, quiere que todo siga igual, manipulando a los demás a través de un argumento que no es cierto.

Todos soltamos falacias, ya sea de forma inconsciente o consciente, y todos buscamos manipular con ellas, nos guste o no cómo suena el verbo.

Aquí un listado con las falacias más comunes:

Falacia de la afirmación del consecuente

“No cojo el paraguas porque siempre que lo cojo termina lloviendo”.

Es básicamente esto de “correlación no implica causalidad”. Solo porque haya correlación entre varios sucesos o porque aparezcan juntos en el tiempo, no significa que tengan una relación causa-efecto. Esto ocurre en el mundo de la empresa con afirmaciones del tipo “Cuando Juan está en un equipo de trabajo, las cosas siempre van bien”.

Otro ejemplo podría ser, llevándolo al tema medioambiental, cuando se asume que el aumento en los indicadores de contaminación se producen por esta o aquella fábrica. Puede que sí, o puede que contribuya un aumento en el parque móvil de la ciudad, además de otras muchas posibles causas.

Falacia argumento ad antiquitatem

“Estas leyes se han estado aplicando durante más de 100 años; no hay razón para cambiarlas”. “La Constitución lleva vigente desde 1978 y no vamos a venir a crear ahora una nueva”.

El hecho de que algo se lleve haciendo mucho tiempo no significa que sea una acción acertada o correcta. La monarquía española es una institución que se remonta cientos y cientos de años, pero eso no quiere decir que sea el mejor sistema de representación diplomática en el exterior.

Me vienen a la cabeza también la esclavitud, los motores de combustión…

Falacia argumento ad hominem

En la empresa siempre surgen discusiones o debates, pero deben ceñirse al ámbito de las ideas y de las propuestas, y no entrar en quién emite tal o cual opinión, idea o propuesta.

No me refiero a temas físicos o sobre si la persona nos cae mejor o peor, que también. Me refiero a menospreciar la opinión de X persona porque pensemos que sus intereses le llevan ahí, y solo por eso no merece la pena detenerse en ella.

Hay varios ad hominem (circunstancial, abusivo, tu quoque).

Falacia argumento ad nauseam

De los primeros que lo practicaron fue Joseph Goebbels.

El hecho de repetir un argumento hasta la saciedad no lo convierte en verdad. Lo que Goebbels decía era justamente lo contrario, que “una mentira repetida mil veces, se convierte en verdad”. En verdad para la gente a la que quieres engañar, no en una verdad absoluta.

«Miente, miente, miente que algo quedará. Una mentira, repetida mil veces, se convierte en gran verdad».

Falacia argumento ex populo

“Si lo dice todo el mundo, será cierto”.

Hay que ser escépticos. En las compañías, a menudo hay frase de este tipo, en negativo o en positivo, sobre la misma empresa. Dudar sobre ellas, pese a que es lo más sano, a menudo suele suponer ir contra corriente. Más cuando te acabas de incorporar.

La popularidad de una idea no tiene relación con su veracidad.

Falacia argumento ad verecundiam

“El economista X afirma que las políticas de austeridad son la mejor medida para salir de la recesión”. La opinión de un economista puede ser bien distinta de las del resto, teniendo en cuenta las múltiples corrientes que hay.

Normalmente ocurre cuando alguien, refutado en cierto campo, opina más o menos tajante sobre otro tema. Un CEO puede opinar sobre marketing sin tener autoridad sobre la materia y se le escuchará como si la tuviera, de igual modo que un CMO puede opinar sobre tecnología como si tuviera gran criterio en el tema, pero no necesariamente lo tenga, y su puesto declara que no es experto o experta.

Es peligroso en esta falacia lo de referirse a la fuente: “Lo dijo un Premio Nobel en Medicina”, cuando igual el argumento lo estás dando en una conversación sobre psicología.

Falacia de alegato especial

“Tú esto no lo puedes entender porque no tienes la formación adecuada, es muy complejo y tendríamos que estar mucho tiempo…”.

Normalmente se recurre a esta falacia cuando no se tienen argumentos para dar una respuesta concreta a una pregunta. No sabemos qué responder y decimos mierdas como la frase de arriba.

 Falacia del francotirador

Según el método científico, tú puedes establecer una teoría sobre cualquier cosa y luego probar si es cierta o no en el laboratorio o mediante estudios del tipo que sea.

En esta falacia, se toman los datos observados y se forma una hipótesis, sea la que sea, para beneficio o no del que la forma. “Primero pone la diana y luego dispara”, dice el profe de UNIR.

Si somos una marca de dentífricos y queremos tener un claim como «dientes más blancos en 2 semanas, eficacia comprobada en estudios clínicos», muy probablemente esos estudios clínicos se preparen para que el claim sea muy difícil de rechazar.

El ejemplo de la clase de UNIR es el típico de una quedada bajo una noche estrellada, cuando alguien afirma ver un dibujo concreto en las estrellas. Puede ser ese dibujo o pueden ser millones más.

Falacia de la generalización apresurada

Si tenemos una muestra y, analizando algún suceso, llegamos a una conclusión, puede ocurrir que sea apresurada porque el tamaño de la muestra era muy pequeño.

Un ataque de lobos a la ganadería siempre suele ser noticia. No es noticia aclarar que, en poblaciones con presencia de lobos y de ganaderos, los ataques son ineludibles.

Si lo llevamos al campo de la amistad, a menudo afirmamos que X decisión fue acertada porque se consultó en una reunión con 4-5 amigos y todos estaban de acuerdo.

En el campo de la empresa, las falacias de generalización apresurada son peligrosas cuando las sueltan perfiles de responsabilidad a los que cuesta mucho contravenir o poner en duda.

Falacia post hoc ergo propter hoc

Una consecuencia no tiene por qué estar ligada con la causa que se afirma.

Se da cuando hay sucesos encadenados en el tiempo. Por ejemplo, aumenta la inmigración en una región y, después, aumenta el gasto social afirmando que la causa es la inmigración. O me tomo una pastilla para el resfriado y, días después, se me cura el resfriado. ¿Fueron los causantes la inmigración o la pastilla? Puede que sí, o puede que no.

Siempre hay que buscar la evidencia científica tras estas falacias.

Falacia del falso dilema

Se nos obliga a escoger entre solo dos o tres posibilidades. Nunca hay solo dos o tres opciones, hay múltiples posibilidades, pero se quieren ocultar o no interesa investigar hasta llegar a ellas.

“O aumentan las ventas, o disminuye el gasto de marketing, o despedimos a parte del departamento”. No deberíamos limitarnos solo a estas opciones.

Falacia de pendiente resbaladiza

Las relaciones causa-efecto entre los distintos hechos se plantean siempre catastrofistas.

“Si no hacemos esto, iremos a la quiebra y todo el mundo estará en la calle”. “Si los padres utilizan el móvil delante de sus hijos, los niños imitarán su conducta y cuando sean mayores tendrán problemas para pensar por sí mismos”.

Las relaciones causa-efecto-causa se deben analizar por separado para poder frenar la cuesta abajo a la que nos quiere llevar la persona que suelta la falacia.

Abajo dejo el ejemplo de cómo Montoro amenazó a mucha gente utilizando esta falacia.

Falacia You Tubium – Chat GPTibium, etc

“Me lo ha dicho la IA”, “lo he leído en El País”, “lo ha dicho X persona”…

Ni ChatGPT, ni Gemini, ni el mejor canal de YouTube sobre una temática tienen la verdad absoluta sobre nada.

Ojo con las fuentes que nos tomamos como creíbles, o con el hecho de solo revisar una fuente o las que nos gustan, movidos por nuestro sesgo de confirmación.

Diferencia entre heurística y sesgo cognitivo

Un heurístico es una regla, un atajo mental que nuestro cerebro toma para no tener que formarse juicios analizando información constantemente.

Por ejemplo, las señoras amables de 80 años son siempre buena gente y cocinan bien. La mayor parte lo serán, pero generalizar puede conducir a error porque hay casos de asesinas en serie con esta edad y este aspecto. El de Dorothea Puente, por ejemplo.

Cuando una de estas reglas o heurísticos conduce a un error, se llama sesgo. Siguiendo el ejemplo anterior, si en la investigación de sospechosos de los crímenes de Dorothea se tienen menos en cuenta los hechos que la incriminan a ella solo por su aspecto, su sexo y su edad, se está tomando una decisión sesgada e incorrecta.

La verdad es que la literatura es confusa a partir de aquí. En muchas fuentes se habla de “sesgos” y de “heurísticos” como si fueran lo mismo, por eso me referiré a cada uno en función de la nomenclatura más común con la que lo encuentre.

Heurísticas y sesgos

Sesgo de disponibilidad

Conferimos mayor importancia a un evento, una noticia, una información o una situación solo porque hace poco tiempo que se nos ha presentado.

Por ejemplo, si en los medios van a saco con la noticia de un accidente aéreo y mi hijo tiene que viajar en avión, le advertiré de los peligros del avión mucho más de lo que lo hubiera hecho de no prestar atención a los medios.

En el ejemplo de antes, si nos atenemos a los hechos científicos y a la estadística, el avión es el medio de transporte más seguro. Es precisamente lo extraordinario de un accidente de avión lo que hace que sea noticia cuando ocurre, además de que suele ir acompañado de gran morbo.

En el mundo de la empresa, seguro que cualquier reunión de final de ejercicio está muy sesgada hacia los resultados del último trimestre.

Heurística del afecto

A menudo tomamos decisiones basándonos en lo que sentimos sobre un determinado asunto. Deberíamos hacerlo atendiendo solo a lo que pensamos sobre dicho asunto, después de analizarlo, pero las emociones son muy fuertes y nos juegan malas pasadas.

Me acuerdo ahora de entornos de trabajo en los que el ánimo estaba por los suelos y cómo salía ese trabajo. O cuando en un equipo hay una racha negativa y las emociones influyen en los resultados. Puede ser complicado esquivar esta heurística. Complicado y muy necesario.

El efecto ancla

Cuando se nos da un valor de referencia para resolver un problema (y ahora verás que “problema” puede ser cualquier situación cotidiana), dicho valor hace de ancla y condiciona cualquier resolución.

En una página de donaciones de cualquier ONG, poner ciertos valores de referencia que sean bajos, o altos, puede condicionar lo que cada persona esté dispuesta a dar. Si das 2 opciones muy bajas, normalmente la persona tenderá a aportar un valor que se ajuste a estas opciones y no se salga demasiado de lo que la referencia marca como “normal” o “habitual”.

Sesgo de confirmación

Se produce cuando tengo interés en un cierto asunto y solo analizo los datos, informaciones u opiniones que recibo teniendo en cuenta mi interés. De esta forma, desoigo o presto menor atención a los datos, informaciones u opiniones que van en el sentido opuesto o que no juegan según lo que yo pienso o quiero.

Ocurre también cuando recibo una nueva información sobre un tema sobre el que tengo mi particular opinión. Si esta nueva información encaja con lo que yo pienso, la defiendo a ultranza, pero si no encaja, para mí no tiene tanto valor aunque la fuente sea incluso más fidedigna que la que sí va conmigo.

Sesgo de representatividad

Somos expertos en catalogar a la gente en determinados grupos sociales, con todo lo que esto conlleva, solo por la primera idea que nos llevamos de una persona.

Por ejemplo, podemos pensar que un hombre de unos 50 años, con tatuajes, chupa de cuero y menú de hamburguesa en un bar de carretera probablemente tendrá una Harley-Davidson. Hay estudios sobre clientes de la marca que demuestran que el comprador medio es un padre de familia normal y corriente que tiene la moto más como capricho de fin de semana que como animal de batalla.

El efecto “halo”

Este tiene el nombre más guay con diferencia. 

Ocurre cuando conferimos a alguien unas habilidades determinadas solo por una primera percepción positiva sobre dicha persona. Ojo, no tiene por qué ser sobre una persona, puede ser sobre una app digital o cualquier otra cosa.

Puedes ver aparecer a un deportista con una bicicleta y un equipo caro, pensar que es el próximo Olano y que sea su tercera salida en bici, o puedes acudir a un gym boutique carísimo y pensar que la atención será increíble, cuando quizá es más humana y valorable en el gimnasio cutre de la esquina.

El efecto “cuerno”

Es el opuesto al efecto halo.

En este caso, tenemos una primera impresión negativa sobre una persona, una situación, una empresa, etcétera., que nos lleva a pensar que el resto de sus cualidades también serán negativas.

Como dicen en el artículo de la Wikipedia sobre el tema, con el efecto cuerno tendemos a pensar que los rasgos negativos (o lo que asumimos que es un rasgo negativo) se relacionan entre sí.

En algunas empresas sigue habiendo una cultura de prohibir mostrar tatuajes porque transmiten poca profesionalidad. Un rasgo a simple vista supuestamente negativo (tener tatuajes) se asocia con otro negativo (poca profesionalidad).

Sesgo de proyección

Si doy por sentado que otras personas tienen mis mismas opiniones, ideas o creencias, estoy cayendo en el sesgo de proyección.

Esto es típico de podcast de ciencia o geopolítica en los que salen conceptos complicados para el saber común de la gente (como yo). Pese a esto, a veces no se explican los conceptos, sino que se utilizan en argumentos que quedan sin comprender por mucha gente (yo otra vez).

Lo curioso de este sesgo es que también ocurre en el interior de cada persona. Me refiero a que yo tiendo a pensar que en el futuro me moveré por el mismo sistema de valores y creencias que ahora, cuando no tiene por qué ser así.

Sesgo actor-observador

Ojo porque de este no se escapa ni Dios.

Tendemos a atribuir a los comportamientos de los demás motivaciones o factores internos. Pepito actúo así porque el pobre es tonto, o es un trepa, o es un descarado, etc.

Sin embargo, cuando se trata de nosotros mismos, atribuimos a nuestros comportamientos factores externos (o circunstancias externas). Actué así porque mi jefe (lo que sea), mi novia me dejó porque, según ella, (lo que sea), me echaron del trabajo porque en el departamento (lo que sea).

Somos expertos en echar balones fuera cuando se trata de cada uno de nosotros. Por el contrario, cuesta trabajo ponerse en la piel de otra persona y pensar sobre por qué actuó como hizo. Lo más fácil es concluir que lo hizo porque es como es.

Sesgo de ilusión de control

A menudo pensamos que tenemos algún poder de acción sobre un evento, cuando en realidad no es así.

Se ve mucho en manías del deporte como todos los rituales que hacen los jugadores de baloncesto antes de los tiros libres, o los tenistas antes de sacar.

En una empresa puede ocurrir que un jefe se piense que controla totalmente la situación, cuando en realidad “la situación” funciona en modo automático sin su intervención, o va a la deriva sin que esa persona pueda ya hacer nada.

¿Más sesgos cognitivos?

Esto es una adicción, la verdad.

Parece que se van descubriendo más y más sesgos conforme se avanza en el estudio del comportamiento humano, así que esto parece un folletín con distintas entregas.

He encontrado esta infografía en la que agrupan más de 100. No es útil para investigarlos uno a uno, pero sirve para tener la foto general.

Esta web también está muy chula. Aparte, tendré que investigar esto de la School of Taught.

Dicho esto, iré actualizando el post poco a poco para añadir cada vez más y más sesgos.